El Exilio es un proyecto documental sobre cuatro ancianas que decidieron alejarse de la sociedad en la que crecieron, separarse de sus parejas y romper con la violencia de la cual eran víctimas para construirse una forma de vida propia.
El trabajo con ellas detonó la exploración de diferentes medios, y el resultado de este proceso ha tomado diferentes formas y sentidos: una película, una video-instalación y un fotolibro. En este último busco generar una estructura donde se crucen diferentes
historias, imágenes y medios; para que diversos sucesos, lugares y personas construyan un cuerpo común. Así, el pasar de las páginas es usado como un herramienta para unir horizontes inconexos, para hacer chocar líneas de fuga y establecer relaciones por contacto, pero a la distancia.
El Exilio da cuenta de una operación que no es solamente física: el paisaje es una metáfora de quien lo habita y el rostro de ese habitante es un paisaje en sí mismo. Ambos son el resultado de una coexistencia que conforma la identidad de las exiliadas.
La primera exiliada con la que tuve contacto fue Adela, mi abuela. En ella radica el origen y la necesidad de colaborar con mujeres que, a miles de kilómetros de distancia, pero de igual forma que ella, buscaron fuera de los estereotipos y de las normas sociales de su tiempo, la libertad que, por su género, les era negada.