(work in progress)
La sierra de Zongolica (topónimo en voz náhuatl Tzon-coliuh-can: “Lugar de las Cabezas Enmarañadas”), Veracruz, ubicada a 40 km de Orizaba con una extensión de 1000 km2, permaneció aislada hasta mediados del siglo XX, lo que propició que muchas de sus tradiciones y costumbres ancestrales, incluida su lengua náhuatl en distintas variantes dialectales, fueran conservadas.
Aún después de establecer puentes de comunicación, Zongolica continúa siendo una región de difícil acceso donde existen comunidades a las que sólo se puede llegar a pie. Su compleja geografía defiende el tesoro cultural, ahora sincrético, que resguardan sus habitantes y que es configurado por su estrecha relación con la naturaleza, a la que observan, veneran y escuchan.
Desde los 300 hasta los 1400 metros sobre el nivel del mar, en donde se ubican las distintas comunidades que pueblan la región, la naturaleza se impone y determina los modos de vida de su vasta cultura, en la cual la adoración al maíz, el sol, la luna, el agua, la tierra, el viento, los cerros y los ciclos de vida rigen sus actividades económicas (agricultura principalmente) y cosmovisión.
Mi trabajo profesional me llevó a Zongolica para realizar un registro del lugar, uno de los cinco municipios más pobres del país. En ese primer viaje descubrí el contraste que existe entre la precariedad económica de los habitantes y la riqueza cultural y natural de la zona. Los escenarios detenidos en el tiempo que se descubren como un umbral entre el pasado y el presente dieron origen a Iluikak, que en lengua nahuatl significa: “en el cielo”, un proyecto fotográfico a través del cual se revela la belleza natural y cultural que en las entrañas de las montañas se resguarda.
Alejada de las formas convencionales del retrato antropológico de las comunidades indígenas mexicanas y de los estereotipos de representación, las imágenes producidas plasman un presente tan actual como atemporal a través de un nuevo tratamiento fotográfico, en el que el retrato se construye como escenas alegóricas de la identidad nahua actual. A partir de una reinterpretación de los habitantes y del paisaje, las composiciones se realizaron a través de una planeación en la que el lugar, el personaje y los momentos del día se colocaron a manera de montaje dentro de la escena, para que cada elemento forme parte de esa lectura simbólica y de la construcción estética.
La luz como elemento narrativo, tanto natural como artificial, juega un papel fundamental pues no sólo es la que permite la construcción de la imagen fotográfica, sino la visibilización de Zongolica.
Iluikak es un intento por transgredir las convenciones de una identidad asumida y explorar, a partir de una atmósfera presente y construida, algunos rostros de la sierra.