Octubre Rojo, se ha convertido con el tiempo, en un archivo, donde reúne una investigación con entrevistas, frases, dibujos, fotografías y videos que documente en la casa estudiantil “Octubre Rojo”, una casa-residencia para universitarios en Mazatlán Sinaloa, fundada tras el movimiento estudiantil de los años ochenta. La investigación presenta y construye un eje discursivo a través de una serie de imágenes que, detonando una reflexión sobre el impacto de la violencia estructural en la realidad actual de los estudiantes que ahí habitan, observa sus formas de organización y su noción de colectividad, los problemas que los afectan en tanto identidades que han heredado la “lucha” como símbolo, la relación histórica de su origen y la realidad actual de falta de trabajo, abandono, violencia estructural y cultura del narcotráfico.
Mi acercamiento a esta casa estudiantil comenzó con diversas visitas al albergue en 2012: buscaba conocer la historia de la casa y las formas de organización que ella se daban, y fue así que comencé una serie de entrevistas con algunos de los estudiantes, en las cuales me fueron exponiendo tanto sus historias como sus expectativas de vida. A partir del 2013, comencé, con el apoyo de la Beca del Programa de Jóvenes Creadores, la realización de las fotografías dentro del albergue estudiantil.
Con el tiempo fui construyendo confianza y erigí lazos afectivo con algunos estudiantes, quienes me han compartido no sólo su espacio personal en los cuartos de la casa estudiantil, sino también en su hogar de procedencia. Los chicos de escasos 18 a 23 años de edad realizan una travesía de viaje y de vida para cursar la Universidad; además de tener una edad significativa, por la que atravesamos todos, están en esa franja tan delgada y frágil en la cual la mayoría de los jóvenes de ese estado son estudiantes, trabajadores o miembros de algún grupo crimina, pues los carteles del crimen reclutan actualmente a chicos muy jóvenes para que trabajen de sicarios o de halcones, situación que los arrastra a la muerte en cifras ya alarmantes. El Banco Mundial, como parte del informe “La violencia juvenil en México”, menciona que “los jóvenes representan poco más del 38% de las víctimas de homicidio en México durante la última década, sin embargo, más de la mitad de los delitos ocurridos en 2010 fueron cometidos por jóvenes de entre 18 y 24 años”.
En varias de las entrevistas realizadas, siempre llegamos al tema: de esos amigos de la infancia, o de los conocidos que no están en la escuela, sino “por ahí arriesgando su vida”. Así pude escucharlo, en cada testimonio o plática que teníamos del futuro. Y es que estar en la Universidad “no garantiza nada” como lo dicen los del cuarto 10, donde conviven10 estudiantes; todos están conscientes de que un título no resuelve nada y que hay que “seguir buscándole”, claro, a kilómetros de distancia, batallando con los salarios mínimos y la incertidumbre de dónde vivir después de su estancia en la casa.