“Sufrirás una transformación”, fue lo que dijeron que me pasaría a causa del tratamiento al que debía ser sometida tras ser diagnosticada con cáncer en cuello, bazo y mediastino a mis 25 años. Bajo mi consentimiento, se administraron fármacos directo a mis venas y radiaciones en tejidos, generando sufrimiento a mi cuerpo, cada vez más deteriorado como efecto secundario del tratamiento que a pesar de tener consecuencias visibles en el paciente, no muestran la lucha interna delpadecimiento. Mi silueta estaba cambiando drásticamente y lo único que me regresaba a lo que una vez fue mi realidad era verla a ella, mi hermana gemela. Un enfrentamiento de reflejo entre el cuerpo sano y el cuerpo enfermo.